Las hormigas tienen tres características. La primera es que marchan en fila, cada una llevando un grano de trigo en su boca. Aquellas que no tienen ninguno no dicen a las otras: “Dadnos algunos de vuestros granos”, sino que siguen la senda de las que primero salieron hacia el lugar donde se encuentra el trigo y lo traen al nido. Sirva esta descripción para representar a los hombres sensatos, que, como las hormigas, actúan conjuntamente, en razón de lo cual serán recompensados en el futuro.
La segunda característica de la hormiga es que cuando almacena grano en su nido, divide lo aprovisionado en dos partes con el fin de evitar que se humedezcan con las lluvias del invierno, germinando con ello las semillas y muriendo la hormiga de hambre. De la misma manera, tú, hombre, deberías separar las palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento, esto es, deberías distinguir entre lo espiritual y lo carnal, para que una interpretación literal de la ley no te mate, pues la ley es algo espiritual, como dice el Apóstol: “Pues la palabra mata, pero el espíritu da vida” (2 Corintios, 3: 6). Y así los Judíos, que sólo prestan atención a la letra de la ley y desprecian su significado espiritual, han muerto de hambre.
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