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Francia es un lugar importante en el estudio de los insectos sociales. Tiene historia, tuvo y tiene nombres de renombre, y siguen habiendo centros de investigación excelentes a nivel mundial. Pero en algún momento de aquella historia fue olvidando, y se descolgó de, un ámbito en el que habían sido los mejores: la taxonomía. Mi historia personal –en ciencia y en vida privada- está estrechamente vinculada a Francia. El Dr. Henri Cagniant, ya desde la primera vez que fui a visitarle, me enseño lo que sabía y tiempo después, con él, aprendí de hormigas magrebíes a lo largo de 11 visitas a esta interesante zona. Su amistad me honra. El Dr. Luc Plateaux me abrió los ojos en las sutilezas de Temnothorax y el Dr. Francis Bernard, con sus luces y sus sombras, me acogió amigablemente cuando le fui a visitar, sin saber yo nada de hormigas. Les debo mucho. Por eso, cuando el Dr. Thibaud Monnin, desde la sección francesa de
El lugar fue el laboratorio Aragó, en Banyuls-sur-Mer, muy cerca de la frontera, en un paisaje rodeado de viñas. La organización era impecable. Las lupas eran excelentes –la iluminación no tanto-, enormes las ganas de ver hormigas, y el entusiasmo de los participantes lo superó todo. Pudimos observar e identificar 45 géneros europeos (me olvidé Prenolepis y Liometopum). Durante el taller, el Prof. Christian Peeters nos sorprendió a todos con la disección de una obrera de Hypoponera eduardi, a la que sus ojos expertos habían visto como reina funcional. El aspecto, con ojos diminutos y mesosoma bien normal para una obrera, era engañoso. A la vista de los ovarios, con huevos bien desarrollados, no hubo discusión posible: era una obrera morfológica, que funcionaba como reina. ¡Sorpresas te da la vida!
La salida de campo, a un alcornocal, un bosque de ribera y un terreno baldío cerca de la playa, con un día espléndido, fue perfecta. No me cansé. Ellos buscaban como posesos y encontraron más de 30 especies, la mayoría con un marcado tufo ibérico: era fauna ibérica. Por suerte contamos con la experiencia de campo del Prof. Alain Lenoir, que fue el primero en detectar muchas de las especies interesantes que encontramos.
En suma, que el taller, laboratorio, campo, y personal asistente consiguieron que fuera un éxito este taller. Les gustó. Y quieren repetir. Uno me comentó que, desde Francia, siguen muy de cerca LaMarabunta,
AGRADECIMIENTOS
A Kiko, claro.